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domingo, 6 de febrero de 2011

Pedofilia


Pedofilia
Si nos atuviésemos a la significación etimológica diríamos que se trata de amor a la infancia. Menudo sarcasmo.
           
En este breve mensaje nos interesa llamar la atención sobre la etiología de dicha conducta. De igual forma que en la violencia de género los profesionales de la información nos repiten las noticias, cada vez que se produce un nuevo caso, de una forma cansina, monocorde y adicional (sumando los casos), sin que los sesudos sociólogos nos aporten novedades que aclaren el fenómeno para poder atajarlo, con las noticias de la pederastia ocurre otro tanto: cada cierto tiempo caen grupos de individuos, con la única característica de estar conectados entre sí a través de la red de Internet, compartiendo, aparentemente, desde la intimidad de su casa, la misma perversión.

Sin embargo, cuando se toca el tema, de un modo monográfico, bien sea documental o informe especial, los especialistas de la conducta humana (de igual modo que antes se criticaba a los sociólogos), parece que soslayan el tema refiriendo datos pero sin ir al meollo de la cuestión.

¿En dónde está, pues, la causa de este comportamiento? Antes de manifestarlo explícitamente, observemos otro grupo que también está atacado por dicha peste, el del clero: curiosamente la religión, las oraciones no les sirven para anular el instinto del sexo. ¿Qué característica común tienen estos miembros del clero? Pues ni más ni menos que haber vivido en el seno de una familia con unos sentimientos y prácticas religiosas que no tendrían nada de particular si no fuesen exacerbadas y enfermizas, pues se basan en la represión: esto trajo como consecuencia en la criación de los hijos un desarrollo evolutivo anormal de los aspectos emocionales, quedando fijados a unas etapas anteriores a la posición edípica: todo lo que acontece en las posteriores etapas es ocultamiento, hasta la edad adulta, en que aquellas pulsiones (de las fases que quedaron sin transitar) afloran pero de un modo infantil, por eso le atraen los niños. Si tenemos en cuenta que estos curas-víctimas ingresaron niños en el seminario, en donde la tara de la infancia continuó, ya tenemos el cuadro completo.

¿Y en los que se comunican a través de la red y no abrazaron los hábitos, cuál fue la causa?

La explicación básica es la misma, aunque la causa puede variar. Nos explicamos: el proceso es el mismo, un desarrollo psico-emocional entorpecido, que no evolucionó, de forma natural, a través de las diferentes fases o etapas por los atrancos o dificultades que la vida le fue poniendo delante, siendo casi siempre los progenitores los responsables que no culpables, pues de ellos dependía la criación y educación.

Si tenemos en cuenta que la madre, ya por el hecho de haberlo parido lo considera más suyo y habitualmente “carga” con la mayor parte de los trabajos que comportan sus cuidados, por lo que le toca también “la china” de la mayor probabilidad de ser más imputada en este problema: esta sería la que llamábamos más arriba la explicación básica. Ahora bien, la causa puede variar de unas madres a otras: una será por unas ideas religiosas muy restrictivas (como era el caso de los curas); otra, a lo peor, porque fue muy severa en la educación de los esfínteres, queriendo que el niño controlase la caca cuanto antes porque daba mucho trabajo; otra, porque la maternidad la pilló de sorpresa y todavía no la quería; otra, porque el crío le recuerda al padre, del que no se siente muy enamorada, etcétera, etcétera.

El caso es que ahora, siendo ya adultos siguen siendo emocionalmente niños, y tienen comportamientos sexuales de niños pero con la responsabilidad y peligrosidad de un adulto. A esto anterior se podrá reprochar lo siguiente: sí, pero entre estos pederastas hay señores con toda la pinta de maduros (plenamente evolucionados) y además padres de familia. Esto anterior no contradice nada. Es como si llevase doble vida; por una parte, aparentemente, externamente, de acuerdo con el rol cultural, representan el papel de padre de familia y además formal, e internamente, como secreto personal, está esa otra consecuencia del defectuoso desarrollo emocional.

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